Compré los recuerdos de unos desconocidos y los mimé como si fueran míos.
En un obstinamiento por salvarlos del olvido, del polvo y del maltrato de un rastro.
O de la vida, en general.
Me adueñé de sus momentos felices, de sus secretos, de su intimidad.
Me hice cargo.
Nos vi reflejados en su vida, a ti y a mi, en los ojos de unos chavales de los años cuarenta que tenían más de adultos de lo que nosotros tenemos a su edad.
No podía dejarlos morir. Aunque probablemente ya estén muertos.
No podía abandonar a una suerte incierta el tesoro de su juventud y su historia anclada en el tiempo.
He salvado lo que alguien dio por perdido.
Aunque no se cuanto tiempo han tenido que esperar para que alguien recuperase su historia.
A que una desconocida se colara en sus vidas, sin llamar y decidiera conservarlos como si fuesen unos viejos amigos.
A los que nunca conoceré.
- Eri Grace -
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