Bob Dylan gana el Premio Nobel de literatura 2016



How does it feel? se preguntaba Dylan mientras escribía el estribillo de Like a Rolling Stone, allá por el verano de 1965. Hoy, nosotros podríamos preguntarle lo mismo, ¿qué se siente al recibir uno de los premios más importantes de la literatura a nivel mundial, el preciado Nobel?

Y es que ayer, jueves 13 de Octubre, el fallo del jurado daba a conocer que el famoso letrista y abanderado de la rebelión de las palabras, Bob Dylan se hacía con el galardón. Decisión que provocó numerosas reacciones entre la comunidad literaria internacional. Ha sido un Nobel tan inesperado que hasta los no lectores han clamado al cielo la elección de éste año.
Ha sido tal la sorpresa, que he podido observar como el mundo (es decir, internet) colapsaba ante tal despropósito, y es que hacer de Dylan un grande de las letras y otorgarle semejante honor supone reconocer su talento, admitir su influencia en la sociedad y elogiar la canción protesta, en definitiva, darle el premio a un hippie. Y eso, crea ampollas.
Ayer quedó plasmada la superioridad moral con la que muchos ven el mundo de la literatura, salieron defensores de lo pulcro, de lo correcto, de lo ¿justo?. Porque ya sabemos que salirse del margen instaurado por los guardianes de la literatura universal, (los de monóculo y chistera) es una aberración y una falta de respeto a las letras, a las palabras y hasta a el saber. El orgullo herido del gremio, el drama del intrusismo y el desprecio a la poesía cantada/recitada fueron ayer trending topic en la frágil autoestima de muchos autores que se sintieron estafados por el comité.

No tardó en gestarse un caldo de cultivo digno de estudio entre defensores y detractores, la bilis de los puristas que abanderan el clasismo de la literatura y su pavor al contemplar como lo mundano se hace con un reconocimiento tan supuestamente importante y por contra, los amigos de la época dorada de la revolución lingüística y la música, cuando los letristas eran poetas y el sentimiento de unión con chaqueta de pana era tan fuerte como la rosa de una hippie en el cañón de una pistola.

Puede que lo que peor les siente a los detractores es reconocer que hasta el propio Dylan dijo The times they are a changing y que quizás estemos viviendo un cambio en la sociedad en el que las organizaciones y fundaciones dejan su elitismo a un lado para valorar el trabajo y esfuerzo de otros. Que el hecho de que a Bob Dylan se lo conozca principalmente por su música no es motivo para no premiarlo por su poesía, cuando para empezar van de la mano. Que el orden de los factores no altera el producto y que excusarse en que el ganador trabaja en otro ámbito es querer ponerle puertas al campo y de una intransigencia evidente además de preocupante.

A algunos se les olvida que la cultura es evolución, que la vanguardia no es sólo un movimiento de principios del siglo pasado y mucho menos un periódico con su café matinal, sino, respetar lo anterior y tener la valentía de valorar lo contemporáneo, ya que hoy es el pasado del futuro.
Yo voto por Alan Moore para el año que viene, lo siento, Murakami. 

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